Un día, una mariposa se encontró con una oruga que lloraba amargamente junto a una crisálida rota.
-¿Qué te sucede, amiga oruga?- preguntó amablemente la mariposa, mientras sus resplandecientes alas brillaban reflejando la luz del sol.
-Estoy llorando la muerte de mi amiga- Le contestó la oruga. -Hasta hace un par de días, las dos disfrutábamos calentando nuestros cuerpos bajo los rayos del sol y devorando hojas verdes y jugosas, pero un día perdió el apetito y comenzó a tejer su mortaja; luego se encerró en ella y hoy, cuando he venido a verla, la he encontrado vacía. Seguro que ha muerto. Por eso estoy tan triste.-
La mariposa replicó a la oruga: -Mírame y deja de llorar; yo soy tu amiga, que después de transformarme en el interior de la crisálida he vuelto en esta nueva forma. Alégrate conmigo, porque ahora puedo volar-. -Mentirosa-, contestó la oruga. -Eso que dices es mentira, yo conocía muy bien a mi amiga y ahora está muerta-. Entonces la mariposa se dio cuenta de que era inútil razonar con la oruga y se marchó volando, compadeciéndose de su hermana, que continuaba creyendo que siempre sería una oruga. Mientras , la oruga se quedó llorando desconsoladamente la muerte de su amiga y maldiciendo a las locas mariposas que intentan engañar a las pobres orugas.
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