No suelo hacerlo pero hoy, contaré mi sueño...
Subo por anchas escaleras acompañado de alternativas y bellas doncellas. Según asciendo, en mi se van incorporando trozos de armadura hasta cubrirme por completo. Al final me esperan las espadas, todas iguales, sólo quedan, de muchas, dos. Cojo la primera, intuyendo que es la que por destino me toca.
Entro armado en una especie de pradera alta, hermosa y despejada. Otros como yo allí esperan. Sé que vamos a luchar, pero también que, debido a nuestra poderosa armadura, nada nos puede herir de verdad. Estoy por ello confiado y también porque que soy un español preparado, un auténtico pucelano, un caballero de la ribera, un guerrero de la luz.
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