Antes de ayer, ayudando a mi hijo a estudiar religión, me tope con el cuadro de las inteligencias múltiples. Allí describian a la novena inteligencia del siguiente modo:
INTELIGENCIA ESPIRITUAL o de APERTURA A LA TRASCENDENCIA:
- Capacidad de vivir experiencias espirituales.
- Sensibilidad hacia lo religioso, lo místico, lo trascendental, y ante cuestiones existenciales.
- Influencia positiva sobre los otros.
- Capacidad de situarse ante cuestiones trascendentes, como el sentido de la vida.
- Habilidad para la reflexión cognitiva.
- Destreza para desarrollar estilos de vida éticos.
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La inteligencia espiritual le permite al hombre pensar temas abstractos, reflexionar sobre sí mismo, ver el mundo desde otras perspectivas, también le permite sentirse uno con el universo
La inteligencia espiritual permite al hombre pensar en lo más eterno del universo, pero también en lo más profundo del alma.
Aquel que vive espiritualmente siempre va a poder verse a sí mismo como espectador sin dejar de ser actor.
Es decir, que el hombre puede verse a sí mismo como cuando ve a otra persona.
¿Cuáles son los poderes de esta inteligencia espiritual? Frances Torralba, en su libro "la inteligencia Espiritual" hace un listado de 17 poderes. Debido al corto espacio de esta reseña, hablaré de algunos pocos que rescato como los más importantes entre todos. Entre ellos resalto el poder del asombro y el autoconocimiento.
Para lograr el asombro o admiración, Torralba propone el distanciamiento, el sentirse aparte del mundo en el que se vive. Pues como dice, “La toma de distancia suscita admiración y de la admiración emerge la sorpresa de existir”. El hombre es el único ser que siente un extrañamiento respecto de su propia existencia. Este extrañamiento es causa posible del suicidio (1).
La admiración también se podría entender como la capacidad para ver lo bello en lo desconocido.
El tema del autoconocimiento. La inteligencia espiritual le permite al hombre conocerse a sí mismo. “El saber de sí mismo es apertura hacia adentro, mientras que el saber de las cosas es apertura hacia fuera”
Esto quiere decir que los sentidos nos permiten conocer el mundo que está fuera de nosotros; el mundo exterior. Pero dentro de nosotros hay otro mundo más misterioso y más desconocido. El poder del autoconocimiento nos permite conocer este mundo interior que hay en nosotros. Conocerse a uno mismo implica
tener conciencia de cómo se comporta uno con los demás, de cómo piensa, de qué dice, etc. Pero no es sólo conocerse a uno como algo perfecto y homogéneo.
El conocerse a uno implica tener conocimiento de que hay defectos, hay problemas, hay aspectos que cambiar, hay que pedir perdón y hay que aprender de los errores. Para hacer esto, es indispensable ser humilde y no dejarse cegar por el orgullo. El orgulloso dice que se conoce a sí mismo, pero el no reconocer que tiene errores y defectos, le dificulta desarrollar la inteligencia espiritual.
Ahora bien, para finalizar esta reseña expondré dos de las doce formas para cultivar la inteligencia espiritual. Estas dos formas son: la práctica de la
soledad, el ejercicio del filosofar.
Torralba afirma que muchas veces las personas viven hoy en día siempre acompañadas de otros, no por el amor que les tienen, sino por el miedo que tienen de estar solas: “el impulso social no se basa en el amor a los otros, tiene su génesis en el temor a la soledad”.
Muchas veces vemos jóvenes que no pueden estar solos a causa del miedo que les suscita mirar en su interior. Y para evitar ello, sale a las fiestas, a tomar trago, a embriagarse, a gritar, a estar con los demás, todo ello para no estar consigo mismo.
Estas personas que no pueden mirar en su interior, no tienen desarrollada la inteligencia espiritual. Y llevar una vida apoyada sobre los demás es llevar una vida esclavizada, una vida en la cual la felicidad implica primero a los demás y luego a sí mismo. Sin embargo, si el hombre aprende a vivir solo con el paso de los años, a sentirse en paz consigo mismo, aprende que es una unidad que puede vivir en paz sin necesitar de los demás para vivir así. Aprender esto ayudará a desarrollar la inteligencia espiritual y tendrá entonces una vida estable y pacífica cuando vea que en su interior
puede encontrar más paz de la que creyó posible.
El acto del filosofar es, para Torralba, otra forma primordial de cultivar la inteligencia espiritual. El filosofar implica un diálogo de pregunta y respuesta al modo socrático y gracias a éste se podrá llegar a profundidades impensadas, a respuestas. El filosofar es un camino para acercarse a la verdad absoluta, pero todo camino que tienda hacia ella será en vano.
Lo hermoso del acto del filosofar, pues, no
es encontrar la verdad absoluta sino
encontrar las verdades profundas que están dentro de la otra persona. El filosofar ayuda a cultivar así la inteligencia interpersonal, es decir, la inteligencia que permite conocer al otro tal y como es.
El libro al cual se hace mención es el siguiente: Torralba, Francesc, Inteligencia espiritual, Barcelona, Plataforma, 2010
(1) No digo que el suicidio sea una consecuencia benéfica de la inteligencia espiritual; estoy diciendo que aquel que se suicida lo hace en cuanto puede extrañarse de su propia vida, pero extrañarla de un modo negativo. Es posible extrañarse de un modo positivo y este modo es el motivo del progreso de las ciencias y de la inteligencia espiritual.